Con la llegada de los europeos a América hace 500 años se produjo un cambio muy grande en la cultura de los pueblos que habitaban América. Los españoles pusieron especial énfasis en reemplazar las creencias y rituales de los pueblos americanos, pues los consideraban demoniacos. Así, cambió el lenguaje, la organización social, las creencias, la economía, etc. Pero muchos pueblos indígenas continúan con las creencias y rituales que recibieron de sus antepasados, algunos de ellos sin cambios, o mezclados con la religión católica. Por ejemplo, en la espesura de la selva amazónica aún hay grupos que viven la relación con la naturaleza como hace miles de años. Cada mañana, al amanecer toda la gente de una aldea Krahó realiza una danza mientras cantan para que salga el sol. Creen que si no lo hacen, el sol no volverá.
Los azteca hacían muchas ceremonias religiosas, algunas duraban dos, diez, o veinte días. Todos los meses celebraban con danzas, música, cantos, comidas y vestimentas especiales. La ceremonia del Joven del dios Tezcatlipoca se realizaba durante el quinto mes, llamado Tóxcatl.
Entre los jóvenes tomados prisioneros en las guerras se escogía al más bello y durante un año se le daba una educación especial, se le trataba como príncipe, todos lo respetaban y admiraban. Paseaba por las calles tocando sus flautas de cerámica, vestido con hermosos trajes y acompañado de sirvientes. Veinte días antes de la fiesta, se le casaba con cuatro doncellas. Cinco días antes de la celebración, él y la corte hacían solemnes banquetes, danzas y fiestas. Cuando llegaba el día, el Joven era llevado a un templo, y comenzaba a subir los peldaños de la gran escalera. En el primer peldaño rompía una de sus flautas, seguía subiendo y en el segundo peldaño rompía otra flauta, y así en cada peldaño que subía rompía una flauta, hasta llegar a la cima del templo. Allí arriba, un sacerdote le arrancaba el corazón e invocaba a Tezcatlipoca, el gran dios. Los aztecas creían que con este sacrificio asegurarían las lluvias y el bienestar del pueblo.
Los inkas celebraban el paso de la niñez a la juventud de los varones con una ceremonia que se llamaba huarachicuy. Es lo que se llama un “rito de pasaje”. Se realizaba en los meses de febrero y noviembre y duraba más de sesenta días. En esta celebración participaban jóvenes de once a catorce años, los que debían realizar sacrificios a los dioses, ayunos y pruebas físicas de valor, destreza y riesgo. Los niños se vestían con ropas especiales y se les entregaba la huara, especie de taparrabo usado por los adultos, simbolizando con ello que dejaban de ser niños. En ese momento recibían armas para defender al Inka. A los nobles además se les perforaban las orejas y se les cortaba el pelo. Aún hoy, todos los años se realiza la ceremonia del Huarachico, en la fortaleza de Sacsayhuamán, con la participación de cientos de escolares, que corren, saltan y compiten en habilidad física.
En las ciudades mexicanas de Teotihuacán y Monte Albán se rendía culto a Xipe Totec, “nuestro señor el desollado”, dios de la primavera, la fecundidad y la perpetua renovación de la tierra. A veces, se lo representaba vestido con una piel humana, como un símbolo de la renovación de la naturaleza. Era además una divinidad protectora de los orfebres y dios de los guerreros sacrificados. En otras ocasiones, se lo esculpía bajo una piel de jaguar, de serpiente o de mono. La escultura tolteca que vemos en la fotografía muestra a Xipe Totec cubierto con una piel de mono.
En tiempo de los aztecas, decían que este dios era el culpable de diversas enfermedades, como la viruela, la sarna y las debilidades de los ojos. Cuando llegaba el día de la fiesta de Xipe Totec, todos los que sufrían alguna de estas enfermedades se vestían con la piel de un animal o de un hombre sacrificado, y hacían diversas ceremonias para curar sus males.
El floreo o enfloramiento es la fiesta de la fertilidad del ganado y se relaciona a la pachamama, la madre tierra. Se realiza en los meses de enero y febrero, antes de la celebración del carnaval. Esta es la época de las lluvias, de la abundancia de los pastos y el nacimiento de los camélidos. Una familia que es dueña de un rebaño de llamas decide que es momento de “hacer un cariño” a los animales, celebrarlos para que se multipliquen. Esto sucede más o menos cada tres o cuatro años.
La familia invita a la comunidad a participar y se juntan los animales en el corral. Allí se hacen invocaciones a la madre tierra, a los cerros, a la lluvia y a los antepasados. Los hombres comienzan a agarrar a los animales de las orejas y las mujeres les ponen “flores”, que son lanas de colores, en las orejas y lomo. Con ello se agradece el bienestar otorgado por los animales y se ruega para que se reproduzcan bien. Al mismo tiempo se pide perdón a la tierra por las faltas que pudieron haberse cometido en su contra y se pide por lluvia para que crezcan los pastos. Después, cuando los animales anden por el campo, las florcitas se enredarán en los matorrales y serán consideradas ofrendas a la madre tierra.
Mientras se está floreando se cantan cantos acompañados con bandurria, una especie de guitarra pequeña de diez cuerdas. Los cantos están referidos a los distintos animales que se están celebrando: llamas hembras o machos, llamas principales, etc. El ritual suele durar dos días, en que, además del trabajo en el corral, se comparten alimentos y bebidas, y se canta y se danza siguiendo un orden establecido de cantos.
Los pueblos andinos mantienen una estrecha relación con el lugar en que viven, con la naturaleza que los rodea. Se considera que la tierra, los cerros, los ríos, los manantiales, el trueno son seres poderosos, que influyen en la vida humana. Lo mismo ocurre con los ancestros o antepasados, quienes tienen el poder de ayudar o perjudicar a los vivos. Por ello, los andinos realizan rituales periódicos en que invocan, recuerdan con cariño y comparten alimentos y bebidas con estos seres.
En el pueblo Aymara existe el culto a los achachilas o mallcus, que son los espíritus de las montañas nevadas que rodean sus pueblos. Los mallcus tienen nombre propio y pueden ser hombre o mujer. Se les invoca en situaciones de crisis, tanto de la comunidad como personales. Una vez al año la comunidad celebra a estos cerros y sube a ellos, ahí realiza un ritual en que se hace una wilancha (sacrificio de llama), con quema de objetos y sahumerios, mientras se consume hojas de coca y alcohol, se dicen oraciones, se come y se baila. Allí el sabio de la comunidad habla con el cerro, pidiéndole soluciones a los problemas de la comunidad y abundancia de aguas.
La pachamama, la madre tierra, es venerada como la madre fértil y universal, que alimenta toda la vida del mundo. Es recordada en todas las ocasiones rituales, cada vez que los hombres beben alcohol dan un trago a la tierra, y cada vez que se comparten las hojas de coca, se dan hojas a la tierra.
Los Bailes Chinos son cofradías de músicos-danzantes que existen en Chile Central. Ellos expresan la fe de campesinos y pescadores que se reúnen en fiestas religiosas celebradas en pequeños villorrios y caletas, donde congregan a bailes de vecinos. Los antecedentes más antiguos de los Bailes Chinos se remontan al “Complejo Aconcagua”, una cultura que habitó la zona central de Chile entre 900 y el 1.400 d C. Luego con la llegada de los españoles se produjo una mezcla entre la ritualidad indígena y la católica, aportando cada una distintos instrumentos. La música instrumental, la danza, los instrumentos musicales y la relación directa con lo sobrenatural a través del ritual que incluye estados especiales de conciencia, fueron aportados por la tradición local, mientras que algunas oraciones, como el canto del alférez, las Sagradas Escrituras, imágenes sagradas, el calendario ritual y otros elementos fueron adoptados por la tradición católica.
Por su estrecha dependencia a la naturaleza, el sentimiento religioso entre pescadores y campesinos es profundo. Los Chinos bailan, tocan sus flautas y cantan para asegurar sus necesidades: salud, lluvias y una buena cosecha en los valles, protección y abundante pesca en el litoral. Ala vez, las fiestas son ocasión para estrechar los vínculos sociales y familiares que unen a los integrantes de pueblos y caletas vecinas.
El Inti Raymi era una de las fiestas más importantes del Imperio Inka. Estaba dedicada al sol, su dios principal, representado por el Rey Inka, su hijo. En esa ocasión se hacían sacrificios de niños, oro, chicha, llamas, coca, mullu, etc., y había cantos y bailes. El Inti Raymi se realizaba en el mes de junio, durante el solsticio de invierno. Los inkas creían que en esta fecha el sol descansaba durante tres días, y hacían esta celebración para que recuperase la fuerza, y pudiera seguir entregando calor y luz.
Hoy en día, en la misma fecha, se realiza en Cuzco una representación del Inti Raymi. Los cuzqueños se visten a la usanza del antiguo Imperio y se dirigen en procesión, con música y bailes, hacia la fortaleza de Sacsayhuamán.
El juego de pelota, llamado Ulamalixtli en la lengua de los mexica es un juego ritual característico de las culturas mesoamericanas, practicado aproximadamente desde el año 1.000 a.C. hasta la actualidad. Se han encontrado restos de unas 600 canchas de juego de pelota pertenecientes a las culturas Olmeca, Veracruz, Tolteca, Maya y Azteca. Ellas forman parte del trazado arquitectónico de sus más importantes ciudades y centros ceremoniales. Desde el punto de vista deportivo, el objetivo del juego era introducir una pelota en uno de los dos anillos que se encontraban a media altura en los muros paralelos de una cancha de forma rectangular. Las pelotas eran fabricadas de caucho, muy sólidas y pesadas y no podían ser impulsadas con las manos, sino que debían ser golpeadas con el codo, antebrazo o cadera. Los jugadores se ponían unas almohadillas de cuero amarradas en estas partes del cuerpo como protección. Cuando un tiro resultaba ganador, los espectadores debían entregar como multa sus ropas y joyas al jugador que lo había realizado. Cuando esto ocurría los espectadores se arrancaban para no pagar y entonces los amigos del jugador corrían detrás de ellos.
El juego también permitía resolver conflictos políticos y bélicos entre los pueblos, y era una importante ceremonia pública, de profundo carácter religioso. Al mismo tiempo, simbolizaba un drama cosmológico entre el sol y la luna, deidades relacionadas a la agricultura de estas sociedades. El juego mismo representaba la lucha cotidiana entre las fuerzas contrarias del cosmos y los sucesos naturales opuestos como la luz y la sombra, el día y la noche, y la sequía y la fertilidad. Se cree que algunas veces el juego de la pelota terminaba con el sacrificio de los perdedores.
El nguillatún es una celebración comunitaria, festiva, que se realiza cada año, cada dos, tres o cuatro años, en distintos lugares del territorio del pueblo mapuche, en el sur de Chile. La gente de una comunidad se reúne en un lugar especialmente destinado para la celebración, a la que también acuden invitados de otras comunidades, donde permanecen entre dos y cuatro días. Hay abundancia de comida compartida, que las familias acumulan durante meses e incluso años, para ser consumida durante el nguillatún. Se realizan bailes al son de pifilcas, kultrunes y trutrucas, cantos e invocaciones a los poderes tutelares y a los antepasados. La ceremonia es un ruego, una petición a las potencias divinas. Se pide por el clima, por la siembra, por las cosechas, para que no haya enfermedades, por la abundancia de alimentos, por la fortaleza y vitalidad espiritual.
Uno de los temas más frecuentes en el arte prehispánico andino es un personaje que lleva un hacha en una mano y una cabeza humana en la otra. Muchos arqueólogos piensan que se trata de un ser mítico, no de un personaje real. Mito o realidad, la verdad es que se han encontrado cuerpos sin cabeza y cabezas sin cuerpos en los cementerios de casi todas las culturas andinas. Las cabezas tienen una cuerda para transportarlas y la mayoría son de hombres adultos, lo que sugiere que pertenecieron a guerreros y que fueron conservadas como trofeos de combate. Las cabezas cortadas también se relacionan con ritos de fertilidad de la tierra. En algunos dibujos de la cultura Nasca, se han representado cabezas humanas, de las cuales salen plantas, como si fueran semillas que germinan. En la fotografía de esta pieza de la cultura Moche se ve a un hombre con una cabeza cortada en la mano izquierda y un hacha en la derecha.
En las culturas mesoamericanas fue común el ritual de los voladores, tal como se aprecia en la imagen de este códice azteca. Todavía se sigue practicando la danza del volador en algunos pueblos de Centro América. Para realizar la danza se utiliza un tronco alto, fuerte y derecho que se entierra profundamente. En la parte superior hay un bastidor cuadrado al que se atan cuatro cuerdas. Cinco hombres, vestidos de águila o de otras clases de pájaros, suben con extraordinaria agilidad al tronco. Cuatro de ellos se amarran de las cuerdas y se cuelgan cabeza abajo con las alas extendidas. Mientras los cuatro voladores giran las cuerdas se van desenrollando hasta que los hombres llegan al suelo. Mientras tanto el quinto baila girando y tocando una flauta y un tambor en la punta del tronco. Esta danza de los voladores se relaciona con la agricultura y las estrellas.
Para el pueblo mapuche, los dioses y espíritus son buenos y malos, dependiendo de la situación. Por ejemplo, Ngenechen que es el dios principal, puede ayudar a los mapuche en sus cosechas, su salud, su bienestar en general, pero si éstos no lo tratan con respeto, entonces los puede castigar. Además de Ngenechen, existen muchos espíritus que intervienen en la vida de los mapuche. Hay espíritus poderosos, como los de los antepasados y los de la naturaleza, entre los que está Pillán, quien habita en los volcanes. También hay espíritus que poseen fuerzas malignas, llamados wekufe, que son los responsables de las desgracias, las enfermedades y la muerte.
El universo mapuche se organiza en pares opuestos pero complementarios, es decir, que aunque se oponen, también se necesitan, como la derecha con la izquierda. La derecha se asocia con la vida, con el Este y con los antepasados, mientras que la izquierda se relaciona con la muerte, el Oeste, los brujos y los winka, que son los extranjeros.
Los aztecas creían que habían existido cuatro períodos o soles. Todos ellos terminaron de manera catastrófica. Cuando llegaron los españoles, los aztecas se encontraban en el quinto período, y creían que este acabaría con terremotos y monstruos que matarían a los humanos.
Según la mitología Azteca, fue Quetzalcoatl quien dio vida a los hombres, reuniendo los huesos de los hombres muertos en las eras anteriores, y dándoles vida con su propia sangre. El nuevo sol y la nueva luna también habrían sido creados por el sacrificio de los dioses. En honor a sus dioses, los aztecas debían realizar una enorme cantidad de ritos, siendo el sacrificio humano uno de los más importantes.
El dios creador de los inkas fue Viracocha, y por debajo en importancia estaban todos los dioses celestiales, de los cuales Inti, el Sol, era el más importante. A él se atribuían todos los beneficios que hacían prosperar la agricultura. La mayor parte de los santuarios eran conocidos como templos del Sol.
Illapa era el dios del rayo y la tormenta, y en orden de importancia venía después del sol. A Illapa se le invocaba para pedirle el agua que hacía fructificar los campos y traía la riqueza y el bienestar a los hombres. Pachacamac era la divinidad más importante de la costa central del actual Perú. La diosa madre o diosa de la tierra era Pachamama, que era venerada en las tierras del interior, mientras que la madre del mar, Mamacocha, lo era por los habitantes de la costa, especialmente por los pescadores o gentes que vivían de los productos del mar. Mamaquilla o la Luna, era hermana y esposa del Sol, cuyo matrimonio fue imitado por los soberanos inkas, quienes eran hijos directos del Sol, y se casaban con sus hermanas para mantener la pureza de la sangre de origen divino.
Chavín de Huantar fue un centro ceremonial de gran importancia en los Andes.
A través de las esculturas en piedra, de la cerámica y de los textiles que el pueblo Chavín realizó, los arqueólogos han podido estudiar cuáles eran sus creencias. En las piedras se encuentran dibujos de seres con características de felinos, caimanes, serpientes y águilas. Estos animales tuvieron gran importancia en la religión de este pueblo porque eran fuertes, poderosos, rápidos, y grandes depredadores. Las plantas alucinógenas, como el cactus San Pedro, también aparecen representadas en varias esculturas, y podrían estar relacionadas con los rituales y los chamanes, quienes adquirían en esas ocasiones, algunas características de estos animales.
Leyenda del pueblo Shuar (Ecuador)
Hace mucho tiempo atrás la selva no existía. Solamente había una llanura con pocas hierbas. Una de éstas era el unkuch, el único alimento de los shuaras. Pero un día la hierba se acabó y los shuaras comenzaron a desaparecer lentamente.
Una mujer llamada Nuse buscó la hierba perdida entre los sitios más ocultos y tenebrosos, pero todo fue inútil. Sin desanimarse, volvió donde sus hijos y reinició la búsqueda con ellos. Siguiendo el curso del río caminaron muchos días pero a medida que transcurría el tiempo, el hambre y el calor agobiante de esas tierras terminó por aplastarlos. De pronto en el río aparecieron pequeñas rodajas de un alimento desconocido: la yuca. Al verlas, Nuse se lanzó hacia el río y las tomó. Apenas probó ese alimento sabroso y dulce sintió que su ánimo renacía y enseguida corrió a alimentar a sus hijos. Entonces se dio cuenta que alguien la observaba desde el viento. Inquieta, hundió sus ojos por todos los rincones, pero sólo vio la soledad del desierto, hasta que apareció una bella mujer.
Nuse, asustada, le preguntó:
-¿Quién es usted, señora?
-Yo soy Nunkui, la dueña de la vegetación. Sé que tu pueblo vive en una tierra desnuda y triste, en donde apenas crece el unkuch.
-El unkuch ya no existe, ¿sabe donde podemos encontrarlo? No tenemos alimento –replicó Nuse.
-No te preocupes, has demostrado ser muy valiente, y por ello te daré toda clase de alimentos.
Inmediatamente aparecieron plantas olorosas. Nunkui dijo:
-A tu pueblo, que hoy lucha contra la muerte, le obsequiaré una niña prodigiosa que tiene la virtud de crear el unkuch, la yuca que has comido, el plátano y otras plantas.
-¡Gracias Nunkui, gracias!
Nunkui desapareció, y en su lugar apareció la niña prometida.
Nuse, aún asombrada por lo que había visto, emprendió junto a la niña el viaje hacia su pueblo. Cuando llegaron, la vegetación crecía majestuosa, el lugar estaba lleno de plantas y frutas de los más variados colores y sabores. Desde ese día la vida de los shuaras cambió por completo, nunca más les faltó alimento.
Antes de la llegada de los españoles a América, los inkas habían formado un gran Imperio, que se extendía desde Ecuador hasta el río Maule en Chile. Cuenta la leyenda que la princesa Kora-Lle era la más bella de todo el vasto Imperio. Sus ojos eran profundos, dulces y de un maravilloso color esmeralda. El príncipe Illi-Yanqui la amaba con locura.
Un día celebraron su matrimonio a los pies del gran cerro Aconcagua, junto a una hermosa laguna. Terminada la ceremonia la princesa debía descender lentamente la escarpada ladera. El camino era difícil, un precipicio lleno de piedras y rocas. De pronto, la princesa resbaló y cayó al vacío desde lo alto de la montaña. El príncipe, desesperado, corrió montaña abajo, pero cuando la encontró, la princesa estaba muerta.
El príncipe no quiso un entierro común para su amada. Ordenó que su cuerpo fuera depositado en la laguna. Así, a medida que la princesa entraba en las frías aguas, la laguna comenzó a cambiar de color y a tomar la tonalidad esmeralda de los hermosos ojos de la princesa. El príncipe, recordando a su amada, no dejó de contemplar la laguna. Así permaneció mucho tiempo, hasta que murió.
Es por esto que la laguna que se encuentra a los pies del cerro Aconcagua, en la cordillera de los Andes del centro de Chile, se llama Laguna del Inka, y tiene ese hermoso color.
Leyenda del pueblo Mapuche (Chile)
Hace mucho tiempo en las tierras de los mapuche se levantó del mar una enorme serpiente y comenzó a gritar “kai, kai, kai” cada vez más fuerte y más agudo. Esta serpiente provocó una lluvia que se transformó en tormenta, y luego en diluvio, inundando toda la tierra.
Para salvarse los mapuche subieron a la punta de los cerros. Cuando no podían subir más oyeron una voz que venía del fondo de la tierra que decía “treng, treng, treng”. Era la serpiente divina que venía a auxiliarlos. Así comenzó una batalla entre Kai Kai y Treng Treng. Mientras Kai Kai chillaba más fuerte, Treng Treng hacía temblar la tierra y la levantaba más y más. Viéndose vencida, Kai Kai se hundió en las profundidades del mar, donde no se la volvió a ver.
Desde entonces, cuando tiembla y los maremotos inundan la tierra o cuando llueve demasiado y suben las aguas de los rios y lagos, los mapuches oyen el grito de Kai Kai. Afortunadamente, ahora Treng Treng ya está alerta, de manera que antes que Kai Kai haga daño al pueblo mapuche, la hace callar con su sonido sordo que hace crecer la tierra.
Leyenda Selk`nam (Chile)
Dos grupos de familias selk’nam de Tierra de Fuego se encontraban en gran conflicto.
Los jefes de ambas se odiaban hasta la muerte. Uno de ellos tenía un hijo joven, que un día, persiguiendo un guanaco se encontró con una bella niña de ojos negros e inmediatamente se enamoraron. Pero había un problema, era la hija del enemigo de su padre. Comenzaron a verse a escondidas, pero el brujo de la tribu de la niña los descubrió. Se dio cuenta que el amor de ellos era tan grande que no podría separarlos.
next page
Entonces transformó a la niña en una planta que conservó toda la belleza de sus ojos negros, con espinas para que el joven enamorado no pudiera tocarla. A esta planta llamaron calafate. El joven, enloquecido de dolor, no se separó jamás de la planta y murió a su lado. Por eso dicen que el que come el fruto del calafate siempre vuelve a Tierra del Fuego, hechizado por el poder de esta planta.
Leyenda de Cariquima, pueblo Aymara (Chile)
El cerro Mama Guanapa estaba al lado del cerro Tata Sabaya, eran como marido y mujer. Pero la Mama Guanapa empezó a enamorarse del cerro Siyajualla porque como estaba al frente, siempre la miraba.
next page
Mama Guanapa se enamoró completamente y abandonó al Tata Sabaya dejándolo con hartos niños, unos cerritos que hay a su lado. Mama Guanapa se fue cerca del cerro Siyajualla, y quedó embarazada de él.
next page
Entonces el Tata Sabaya, al ver que Mama Guanapa lo abandonó comenzó a tirarle piedras con su honda al Siyajualla. Y el Siyajualla, como era caperuzo con la honda, le respondió.
next page
Ambos cerros lucharon con sus hondas durante varias horas.
next page
De pronto uno de los hondazos del Siyajualla le pegó en la cabeza al Tata Sabaya y se la partió en dos. Es por eso es que ahora el Sabaya tiene su cumbre partida en dos.
next page
Todavía se puede ver el desenlace de esta historia en los cerros cercanos a Cariquima, al interior de Iquique, norte de Chile. El cerro Siyajualla se quedó con la Mama Guanapa, y el Sabaya quedó con sus hijos y con la cabeza partida.
El dios Tonacatecuhtli y la diosa Tonacaíhuatl tuvieron cuatro hijos: Tezcatlipoca que nació rojo; Tezcatlipoca que nació negro y sabía todos los pensamientos; Quetzalcóatl o Noche y Viento; y Huitzilopochtli, que nació sin carne, con puros huesos.
Pasados seiscientos años del nacimiento de los cuatro dioses hermanos, se juntaron y nombraron a Quetzacóatl y a Huitzilopochtli para que ellos dos ordenaran todo. Hicieron luego el fuego, y la mitad del sol, que no alumbraba mucho. Luego hicieron a un hombre y a una mujer: al hombre lo llamaron Oxomoco y a la mujer Cipactonal. A él lo mandaron a labrar la tierra, y a ella a hilar y a tejer. Debían trabajar siempre, no podían descansar. A ella le dieron granos de maíz para que curase y los usara en adivinanzas y hechicerías, como acostumbran a hacer hoy día las mujeres.
Luego hicieron los días, y los partieron en meses, dando a cada mes veinte días, y así tenían dieciocho meses, y trescientos sesenta días en el año.
Hicieron luego al Señor del Inframundo y a la Señora del Inframundo, marido y mujer, y éstos eran dioses del infierno, y los pusieron en él; y luego crearon los cielos, comenzando del trece para abajo. Para crear al dios y a la diosa del agua juntaron los cuatro dioses a Tlaloc y a su mujer Chalchiutlicue, a los cuales tuvieron por dioses del agua. Hicieron el agua y en ella criaron un pez grande que llamaron Cipactli, que es como caimán, y de este pez hicieron la tierra.
(esta página no la encontré en el original)
Hace mucho, mucho tiempo sólo existían dos cosas: Kóoch, que siempre estuvo, y una oscuridad total y densa, que no dejaba que las cosas fueran.
Era tal la soledad y pena de Kóoch, que empezó a llorar. Lloró, lloró y lloró tanto que sus lágrimas formaron el Mar Amargo. Al ver tanta agua provocada por las lágrimas de sus ojos, suspiró, creando así al viento, que comenzó a correr alocadamente por todas partes, alejando a las tinieblas. Así fue como apareció la claridad, lo que le dio alegría a Kóoch. Luego creó el sol, las nubes, el trueno y el relámpago. Después elevó parte de la tierra que estaba en las profundidades de las aguas que había creado, y construyó una isla, sobre la cual modeló montañas y llanuras separadas por valles.
Todos los seres que había creado Kóoch empezaron a interactuar, y así se formaron ríos y arroyos, que se poblaron de peces, el agua regó la tierra, y nacieron las primeras plantas, y éstas fueron los primeros alimentos que dieron origen a los animales terrestres. Las plantas crecieron hasta transformarse en árboles, y en sus ramas comenzaron a formarse y a anidar las primeras aves.
Cuenta la leyenda que cuando el Sol y la Luna se escondían tras el horizonte, aparecía la Noche. La Noche con el Tiempo engendraron a todos los malos espíritus y a los gigantes, todos los cuales formaron el Ejército de la Oscuridad. Uno de estos gigantes fue Nóshtex. Una noche Nóshtex, raptó a Nube, con la que engendró a El´al.
Kóoch al enterarse de esto, le arrojó a Nóshtex una maldición: no sólo sería superado en belleza y poderío por su propio hijo, sino que ElAl sería admirado y venerado por todos los seres vivos de la Isla.
Al conocer la noticia Nóshtex experimentó una gran rabia y un terrible enojo, y decidió acabar con la amenaza que para él representaba su futuro hijo. Intentó matar a su hijo, pero Ter-werr, un roedor, logró rescatar al niño con vida y lo escondió en su cueva para esconderlo.
Pero Terr-werr sabía que la madriguera no era lo suficientemente segura para ocultar a Elal, y que Nóshtex, quien temía que con el tiempo su hijo se volviera más poderoso que él, terminaría por encontrarlo y comérselo. Por eso Terr-werr, el roedor, pidió ayuda a los animales. Convocó a todos los animales para que se reunieran en una asamblea secreta para decidir el destino del joven ElAl.
Cuando todos los animales que había convocado Terr-werr se reunieron, éste les contó de la presencia de Elal en su casa, y del peligro que existía ya que Nóshtex lo estaba buscando. Al enterarse de la situación, Kíus, el chorlito, pidió la palabra y dijo:
-Más allá de la laguna, se encuentra una tierra que sólo yo conozco. Podemos mandar al joven Elal allí, donde Nóshtex jamás lo encontrará.
La idea corrió de boca en boca y todos los animales estuvieron de acuerdo, especialmente porque Kíus, el chorlito tenía fama de sabio y todos sabían que era un ave muy viajada, que conocía todos los rincones de la Mapu.
Todos los animales reunidos coincidieron que sólo había tres pájaros suficientemente grandes y poderosos como para cruzar el agua que llevaría a Elal a la Patagonia, llevando al niño a sus espaldas. Estos eran el cisne, el ñandú y el flamenco. Los tres pájaros fueron convocados a esta cita.
El ñandú y el flamenco llegaron tarde (hay una historia para cada uno).
EL cisne fue el elegido para llevar a Elal. Así partieron el cisne con Elal sobre su espalda, siempre volando a gran altura, se internaron en el inmenso océano, hasta que divisaron la montaña que les había hablado Kíus. El cisne cuidó durante tres días y tres noches a Elal, alimentándolo y abrigándolo, hasta que descendieron de la montaña, para que Elal comenzara con la creación de la tierra y sus habitantes.
Kenos fue el primero de todos los hombres. Fue creado por Temaukel. Cuando Kenos vino a la tierra, ésta era muy distinta, era chata y sin forma, no había montañas. No existía mar, ríos ni lagunas. No existía el frío, ni las tormentas ni los vientos. Tampoco existían el sol, la luna y las estrellas.
Kenos tuvo que organizar las cosas en la tierra. Lo primero que hizo fue recorrer todos los rincones del mundo, observando por todas partes. Le gustó el extremo sur de América y dijo: “aquí vivirán los selk´nam”. Entonces Kenos tomó un puñado de tierra, le sacó el agua y lo depositó en el suelo. Luego tomó otro puñado, también le sacó el agua y lo dejó junto al primero. Durante la noche, los dos terrones se unieron y se formó el primer ser humano. Luego los terrones se volvieron a separar. La siguiente noche se unieron y formaron otro ser humano, y así sucesivamente todas las noches, hasta que se pobló la tierra de los selk´nam. Debido a que los terrones eran de tierra húmeda y oscura, los selk´nam son de piel oscura.
Todos los antepasados que envejecían se hacían envolver en su manto y se tendía en el suelo, inmóviles. Después de unos días despertaban, comenzaban a hablar y se levantaban. Entonces iban donde Kenos, que al lavarlos los rejuvenecía. Así regresaban jóvenes donde sus familias y volvían a envejecer lentamente. Sólo cuando no deseaban levantarse más se convertían en una montaña o en un pájaro, en un viento o en un animal marino, en una roca o en un animal terrestre. Algunos siguieron a Kenos a la cúpula celestial y se convirtieron en estrellas o en nubes.
En ese tiempo, cada vez que moría un hombre se transformaba en un animal. Así nació el búho, la lechuza, el albatros, el águila ratonera, el ganso, el calamar, la ballena y muchos otros.