Los moche (costa norte de Perú, 1-700 d.C.) hicieron ceramios con forma de casas. En estas piezas se observan construcciones que tienen una planta cuadrada o rectangular, de un solo piso con techo inclinado. Muchas de estas viviendas tienen sus tres lados abiertos y probablemente no eran casas sino representaciones de templos ubicados al interior de los palacios Moche. En algunas excavaciones se han encontrado las bases de algunas casas, construidas con barro y paja, con varias habitaciones cada una de ellas. Estaban agrupadas formando pequeños pueblos.
La ruka es el nombre de la vivienda tradicional mapuche. Hay de distintas formas: rectangulares, elípticas y circulares. Las viviendas más tradicionales están hechas con troncos y ramas y revestidas con una gruesa capa de paja, que protege de la lluvia y el frío. Tienen una sola entrada abierta hacia el este, orientación que indica el lugar donde viven los dioses. No tienen ventanas, al centro se ubica el fogón y en los costados las camas. En el interior hay un espacio para guardar las comidas, y los artefactos domésticos cuelgan del techo y las paredes. Aparte de las camas hay muy pocos muebles, entre los cuales se debe mencionar al wanku (banco). Cerca de la entrada están los telares, que se trasladan al interior de la ruka cuando hay mal tiempo.
La aldea de Tulor existió hace 2.400 años en un oasis cercano a San Pedro de Atacama, en el norte de Chile. Sus casas eran circulares y hechas de barro. Estaban unidas unas a otras con muros comunes y pasillos, formando un verdadero laberinto. Las viviendas tenían un techo cónico, construido con vigas de madera de cactus, y posiblemente cubierto con paja y amarrada con cordeles vegetales. Al medio de la casa se disponía el fogón de cocina. Algunas de estas estructuras fueron usadas también como bodega para almacenar los alimentos.
Después de 500 años de uso, probablemente debido al cambio del curso del río San Pedro, que se alejó de la aldea, Tulor fue abandonada. Con el paso del tiempo la aldea quedó totalmente cubierta, formándose una duna de arena sobre ella. Luego de 2000 años el mismo viento se encargó de destapar algunas partes de la aldea. Alrededor del año 1960 llegaron al lugar los arqueólogos y encontraron las partes superiores de los muros, pedazos de cerámica, piedras talladas y huesos: era la basura que dejaron los pobladores de Tulor hace 2.500 años. Los arqueólogos excavaron y reconstruyeron algunas casas de la aldea. Hoy es posible visitar el lugar, que está a cargo de la comunidad indígena local.
Los inkas construían casas rectangulares, generalmente sin subdivisiones y de distintos tamaños. Las paredes eran de piedra o de barro. Las casas de las autoridades más importantes y los templos estaban construidos con terminaciones muy finas. Ensamblaban una piedra con otra sin usar ningún pegamento, tallando sus formas para hacerlas coincidir como un rompecabezas.
Las viviendas eran de uno o dos pisos, de una o dos piezas, con una puerta central y ventanas trapezoidales. La forma trapezoidal era característica de la arquitectura Inka. Para construir los techos se hacía una estructura de vigas de madera, sobre la cual se ponían varias capas de paja para soportar la lluvia. En una de las piezas construían una plataforma de piedra pegada a la pared, que era usada como cama, cubierta con cueros y frazadas de lana. Las casas se organizaban alrededor de un patio formando un conjunto llamado kancha.
Los inkas guardaban alimentos, vestimentas y otros objetos en construcciones de piedra llamadas kollcas. Había kollcas rectangulares y circulares, y generalmente se encontraban dispuestas en hileras. Eran construidas en lugares donde había buena ventilación para que los productos alimenticios duraran más tiempo. En Ollantaytambo, una ciudad Inka ubicada en el valle del Urubamba, existen kollcas rectangulares construidas en las laderas de cerros muy empinados y de muy difícil acceso. Estas construcciones permitían almacenar grandes cantidades de productos para redistribuirlos a lo largo del Imperio y formaron parte importante de la administración del Tawantinsuyu.
Los inkas hacían grandes construcciones rectangulares llamadas kallankas. Estos edificios se utilizaban para distintos propósitos: reuniones, actividades de trabajo, depósito y almacén de productos y albergue transitorio de grandes grupos de soldados o caravaneros. Todavía se conservan las paredes de algunas grandes kallankas, como la del sitio arqueológico de Turi, ubicado a 50 kilómetros al noroeste de la ciudad de Calama. La kallanka es de piedra y barro, y mide 9 x 25 metros x 5 metros de alto. Los inkas, luego de conquistar a los habitantes del lugar, construyeron este edificio y otros más pequeños junto a una gran plaza ubicada en la aldea.
Los selk´nam (Tierra del Fuego, 1500-1900 d.C.) eran un grupo de cazadores nómades que se trasladaban frecuentemente de un lugar a otro. Es por eso que sus viviendas eran fáciles de armar y de transportar. Construían una choza cónica con troncos gruesos puestos a corta distancia unos de otros sobre la tierra, inclinando las puntas libres hacia el centro, formando un círculo. Cubrían todos los espacios con varas y a continuación tapaban esta armazón de madera con cueros, los que se amarraban en varios puntos con correas y fibras de tendón. Se dejaba una entrada con una puerta de cuero.
Al interior de la choza se encendía un fogón, y dormían sobre un colchón de hojas o manojos de hierba, todos arrimados unos a otros para calentarse. No tenían muebles, sólo algunos objetos de uso doméstico, como canastos y piedras para moler sus alimentos. Las mujeres eran las encargadas de armar, desarmar y trasladar la choza. También construían un tipo más rápido de vivienda, llamado paraviento, que se hacía cuando no había árboles para construir una choza.